Ser empresario siempre ha sido y será parte del proyecto de vida de un gran número de personas, motivados normalmente por la búsqueda de nuevos retos, el aprovechamiento de oportunidades de negocios y sobre todo por el hecho de poder garantizar una estabilidad económica que trascienda a sus siguientes generaciones.
Para conseguir este ideal existen dos caminos, el primero es iniciar desde cero, lo cual aparentemente es mas barato, debido a que no se requiere pagar por el “goodwill” de la empresa; pero hay que tener en cuenta que financiar la operación mientras se llega al punto de equilibrio puede tardar varios años y puede incluso resultar mas costoso que pagar una “prima”.
El segundo camino es comprar una empresa en marcha, a la cual se le puede elevar su valor una vez adquirida por medio de la implementación de nuevos esquemas de mercado, estratégicos, técnicos, administrativos y/o financieros, lo que en el mundo de la valoración de empresas llamamos “sinergias”.
Comprar una empresa en marcha es mas sencillo, todo su aparato operacional (clientes, precios, imagen, ubicación, tamaño, equipos, costos, personal, gastos, etc…) se encuentra normalizado y sincronizado, claro está que requiere de ajustes, pero nada comparado con el esfuerzo que demanda y los costos que se asumen cuando se inicia desde cero.
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Una empresa en marcha ya cuenta con una trayectoria crediticia, lo cual le facilita enormemente el acceso a posibles créditos, mientras que conseguir financiación para un proyecto o una empresa nueva es muy difícil y por consiguiente más costoso.
Contar con una historia y unas estadísticas le permite a la empresa recién adquirida definir y pronosticar mejor su futuro, lo cual hace que la inversión sea más segura. Esto faculta también al comprador financiar sin mayores dificultades su adquisición, ya que le permite conocer con mejor precisión y le da mayor credibilidad a sus flujos de caja proyectados, con los cuales puede elaborar modelos de apalancamiento atractivos para sus potenciales financiadores, entre los cuales pueden figurar bancos, socios y por qué no, el mismo vendedor.
Cuando exista la intención de comprar una empresa lo más indicado es realizar una valoración de la misma sobre su potencial de generación de flujo de caja libre operacional y no pretender fijar el precio sobre sus activos.
Hermann Stangl
Consultor Financiero
hstangl@gerencialatina.com
Para conseguir este ideal existen dos caminos, el primero es iniciar desde cero, lo cual aparentemente es mas barato, debido a que no se requiere pagar por el “goodwill” de la empresa; pero hay que tener en cuenta que financiar la operación mientras se llega al punto de equilibrio puede tardar varios años y puede incluso resultar mas costoso que pagar una “prima”.
El segundo camino es comprar una empresa en marcha, a la cual se le puede elevar su valor una vez adquirida por medio de la implementación de nuevos esquemas de mercado, estratégicos, técnicos, administrativos y/o financieros, lo que en el mundo de la valoración de empresas llamamos “sinergias”.
Comprar una empresa en marcha es mas sencillo, todo su aparato operacional (clientes, precios, imagen, ubicación, tamaño, equipos, costos, personal, gastos, etc…) se encuentra normalizado y sincronizado, claro está que requiere de ajustes, pero nada comparado con el esfuerzo que demanda y los costos que se asumen cuando se inicia desde cero.
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Una empresa en marcha ya cuenta con una trayectoria crediticia, lo cual le facilita enormemente el acceso a posibles créditos, mientras que conseguir financiación para un proyecto o una empresa nueva es muy difícil y por consiguiente más costoso.
Contar con una historia y unas estadísticas le permite a la empresa recién adquirida definir y pronosticar mejor su futuro, lo cual hace que la inversión sea más segura. Esto faculta también al comprador financiar sin mayores dificultades su adquisición, ya que le permite conocer con mejor precisión y le da mayor credibilidad a sus flujos de caja proyectados, con los cuales puede elaborar modelos de apalancamiento atractivos para sus potenciales financiadores, entre los cuales pueden figurar bancos, socios y por qué no, el mismo vendedor.
Cuando exista la intención de comprar una empresa lo más indicado es realizar una valoración de la misma sobre su potencial de generación de flujo de caja libre operacional y no pretender fijar el precio sobre sus activos.
Hermann Stangl
Consultor Financiero
hstangl@gerencialatina.com