Definitivamente el entorno político de los últimos días ha estado demasiado convulsionado, no tanto por la desafortunada situación interna que vive Colombia con toda su problemática en este sentido, como por ejemplo el actual choque de trenes entre el gobierno y la corte, sino por la peor de las crisis diplomáticas de los últimos años que se acaba de originar entre Estados Unidos y los gobiernos de Bolivia y Venezuela.
Pienso que los colombianos hemos perdido ya nuestra capacidad de asombro y preocupación frente a las irreverentes declaraciones de Hugo Chávez, quien permanente se expresa de sus contradictores con palabras insultantes y vulgares, totalmente fuera de cualquier lógica racional. Por tal razón fue que quizás no causó tanto revuelo la forma tan grotesca como se refirió al gobierno y al pueblo norteamericano en los momentos en que salió a apoyar a su amigo Eva Morales.
De lo que si no podemos dejar de preocuparnos es que esta profunda crisis, que tuvo sus inicios cuando Bolivia ordenó unilateralmente el retiro del embajador norteamericano de la ciudad de La Paz, y que a la fecha ha dejado en este vecino país decenas de muertos y centenares de heridos, se ha convertido ahora en una alarma máxima regional, con unas implicaciones que trascienden del plano político al económico, empresarial y comercial.
Hace un par de meses, cuando las relaciones entre Colombia y Venezuela estuvieron tan deterioradas, comenté sobre la importancia de diversificar mercados. Soy conciente que no es una labor fácil, ni mucho menos de resultados inmediatos, pero lo que está ahora sucediendo debe interpretarse como una señal de alerta máxima para aquellos empresarios que todavía no han actuado en este sentido. La necesidad de establecer relaciones comerciales con países de nuestra total simpatía política es definitivamente de carácter imprescindible, porque como lo hemos podido evidenciar, en una región como la nuestra, tan polarizada políticamente, no se requieren sino de escasos días para que se deterioren las relaciones entre los países que la conforman.
Estas situaciones que ponen en peligro la legitimidad y estabilidad de las instituciones bolivianas, son percibidas como factores negativos por parte de los agentes económicos internacionales, quienes mirarán no solo hacia Bolivia, sino hacia toda la región, con un nivel de riesgo mayor, impactando negativamente la dinámica de los negocios.
Hermann Stangl
Consultor Financiero
www.gerencialatina.com
Pienso que los colombianos hemos perdido ya nuestra capacidad de asombro y preocupación frente a las irreverentes declaraciones de Hugo Chávez, quien permanente se expresa de sus contradictores con palabras insultantes y vulgares, totalmente fuera de cualquier lógica racional. Por tal razón fue que quizás no causó tanto revuelo la forma tan grotesca como se refirió al gobierno y al pueblo norteamericano en los momentos en que salió a apoyar a su amigo Eva Morales.
De lo que si no podemos dejar de preocuparnos es que esta profunda crisis, que tuvo sus inicios cuando Bolivia ordenó unilateralmente el retiro del embajador norteamericano de la ciudad de La Paz, y que a la fecha ha dejado en este vecino país decenas de muertos y centenares de heridos, se ha convertido ahora en una alarma máxima regional, con unas implicaciones que trascienden del plano político al económico, empresarial y comercial.
Hace un par de meses, cuando las relaciones entre Colombia y Venezuela estuvieron tan deterioradas, comenté sobre la importancia de diversificar mercados. Soy conciente que no es una labor fácil, ni mucho menos de resultados inmediatos, pero lo que está ahora sucediendo debe interpretarse como una señal de alerta máxima para aquellos empresarios que todavía no han actuado en este sentido. La necesidad de establecer relaciones comerciales con países de nuestra total simpatía política es definitivamente de carácter imprescindible, porque como lo hemos podido evidenciar, en una región como la nuestra, tan polarizada políticamente, no se requieren sino de escasos días para que se deterioren las relaciones entre los países que la conforman.
Estas situaciones que ponen en peligro la legitimidad y estabilidad de las instituciones bolivianas, son percibidas como factores negativos por parte de los agentes económicos internacionales, quienes mirarán no solo hacia Bolivia, sino hacia toda la región, con un nivel de riesgo mayor, impactando negativamente la dinámica de los negocios.
Hermann Stangl
Consultor Financiero
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