Los más de 100 años de historia de la industria azucarera del Valle del Cauca, que tuvo sus inicios en 1901 con la primera planta de azúcar blanco Manuelita, tiene en la actualidad a su disposición 429.000 hectáreas de tierra que son trabajadas por 13 ingenios altamente tecnificados, con unos óptimos niveles de producción y una excelente calidad de reconocimiento mundial.
El reciente paro por espacio de 58 días de los corteros de caña, el cual se puede calificar como una de las mayores crisis vividas por la industria del sector azucarero del Valle del Cauca, parece que definitivamente llegó a su fin, gracias al dialogo directo que se pudo establecer entre las partes. Los acuerdos a los que se llegaron generan importantes beneficios para los corteros, los ingenios, proveedores, clientes y la comunidad en general.
Es importante analizar que a pesar de que la mayoría de los ingenios cuenta ya con alguna tecnología para mecanizar el corte de la caña y además poseen la capacidad financiera para proveerse de ella, continúan haciéndolo manualmente por medio de los corteros, habitantes en su mayoría de la región, quienes han mantenido estos trabajos a lo largo de varias generaciones. Con los acuerdos recién establecidos entre la partes, no creo que los ingenios adelanten de manera inmediata inversiones en procesos de ampliación de la mecanización, pero si pienso que de seguir dándose presiones por parte de terceros que desestabilicen su producción, esa opción se convertirá en la única alternativa para garantizar la viabilidad financiera de sus organizaciones, generándose un serio problema social de dimensiones mayúsculas, no solo para los corteros y sus familias, sino para la economía nacional.
En el año 2005 y por voluntad de los mismos corteros de auto-administrarse, se constituyeron en cooperativas de trabajo asociado. En la actualidad casi la totalidad de los corteros pertenece a las 102 CTA fundadas por ellos mismos. Por esta razón, en ninguno de los ingenios se acordó la vinculación laboral directa de los corteros con los ingenios, la cual era una de las principales exigencias del pliego de peticiones. Pienso que una CTA administrada de manera honesta y transparente es una buena alternativa de contratación que genera beneficios para ambas partes, el problema se suscita cuando se utiliza esta figura para favorecer intereses particulares.
Hermann Stangl
Consultor Financiero
www.gerencialatina.com
El reciente paro por espacio de 58 días de los corteros de caña, el cual se puede calificar como una de las mayores crisis vividas por la industria del sector azucarero del Valle del Cauca, parece que definitivamente llegó a su fin, gracias al dialogo directo que se pudo establecer entre las partes. Los acuerdos a los que se llegaron generan importantes beneficios para los corteros, los ingenios, proveedores, clientes y la comunidad en general.
Es importante analizar que a pesar de que la mayoría de los ingenios cuenta ya con alguna tecnología para mecanizar el corte de la caña y además poseen la capacidad financiera para proveerse de ella, continúan haciéndolo manualmente por medio de los corteros, habitantes en su mayoría de la región, quienes han mantenido estos trabajos a lo largo de varias generaciones. Con los acuerdos recién establecidos entre la partes, no creo que los ingenios adelanten de manera inmediata inversiones en procesos de ampliación de la mecanización, pero si pienso que de seguir dándose presiones por parte de terceros que desestabilicen su producción, esa opción se convertirá en la única alternativa para garantizar la viabilidad financiera de sus organizaciones, generándose un serio problema social de dimensiones mayúsculas, no solo para los corteros y sus familias, sino para la economía nacional.
En el año 2005 y por voluntad de los mismos corteros de auto-administrarse, se constituyeron en cooperativas de trabajo asociado. En la actualidad casi la totalidad de los corteros pertenece a las 102 CTA fundadas por ellos mismos. Por esta razón, en ninguno de los ingenios se acordó la vinculación laboral directa de los corteros con los ingenios, la cual era una de las principales exigencias del pliego de peticiones. Pienso que una CTA administrada de manera honesta y transparente es una buena alternativa de contratación que genera beneficios para ambas partes, el problema se suscita cuando se utiliza esta figura para favorecer intereses particulares.
Hermann Stangl
Consultor Financiero
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